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La feria y Nietzsche

Toda experiencia ferial siempre se me ha dividido en dos partes. Una en la que estoy borracho y la otra en la que estoy durmiendo. Porque claro, si te acuestas borracho te levantas igual y en caso de que te hayas comprado un ‘turco’ para bajar el alcohol te vas a levantar peor todavía.

Y es que la feria de mi pueblo dura 8 días, es decir, que aún teniendo la posible suerte de ser un gato y tener siete vidas, pues aún igual te mueres. Al igual que lo hace hoy la feria. Es el eterno retorno. Grande «Nische».

Mi experiencia con el TFG. La exposición.

El último empujón. Eso es lo que falta para terminar la carrera. Una simple exposición de un trabajo con el que llevas familiarizado un año y, por tanto, podrías defender hasta de resaca sin mucha complicación. Y así lo harás… pero estás nervioso.

Te han citado a las cuatro de la tarde y no entrarás hasta las siete y media. Empezarás a dar vueltas por el pasillo lentamente porque, como eres un gandul que te has tirado un año para una asignatura, aquellos con quienes compartes día de exposición del TFG te son desconocidos. Aún así, te dará tiempo entre tanto andar a hacerte 10 kms y, además, a entablar relación con es@s desconocid@s.

Si durante los paseos el mundo se te caía y empezabas a pensar que tu trabajo tenía carencias y que ibas a ser el único alumno en toda la historia que no iba a aprobar el TFG, cuando comienzas a hablar todo cambia. Un poco de crítica de profesores… un poco de anecdotario… un poco de “qué lástima que nos hayamos conocido aquí sino te follaba entera”… y es tu turno.

Cuando entras metes el pen pero, claro está, el ordenador no lo va a reconocer hasta que no lo intentas del orden de siete a ocho veces. Cuando por fin lo hace ya pesas un kilo menos debido al sudor que ha salido de tu cuerpo a pesar de que el aire está enchufado. Y comienzas a exponer…

Hola, soy Camacho y estoy esperando a exponer mi TFG.

Hola, soy Camacho y estoy esperando a exponer mi TFG.

Lo más importante en la exposición es tener paciencia. No me refiero a paciencia a la hora de exponer para no trabarte sino de paciencia para no mandar a la mierda a un tribunal que bostezará, mirará el móvil y, lo más importante, no te escuchará. Ellos ya tienen la nota y le importa poco la presentación. Así, es el momento de gustarte. Si tienes que decir que “a Carlos III le interesaba ante todo controlar la educación para luego ya si eso reformarla”, dilo.

Acaba la exposición. Te dan palmas y te felicitan. Sí, si me felicitaron a mí a ti también lo harán. Además, el primero en felicitarme fue un profesor especializado en mi tema de TFG, por lo que una vez acabó de hablar enchufé el modo “hablad los otros dos que me da igual, que esto está ya hecho y el sábado me chispo”. Además, los otros dos la única pega que te pondrán será que, si ordenas la bibliografía por año te dirán que la ordenes por apellidos, y si la ordenas por apellidos te dirán que la ordenes por años.

Tú mientras el tribunal comenta tu TFG pero te sabes aprobado.

Tú mientras el tribunal comenta tu TFG pero te sabes aprobado.

En definitiva, el TFG existe para poner a prueba al alumnado con la espera previa a la exposición. Pero si has aguantado cuatro años y medio, ¿Qué son dos horas?

‘Guelcomen chu espain’

Y digo yo. A los estudiantes de ahora nos exigen más cosas, y eso que hay menos trabajo. Es decir, estamos más preparados, y nuestro dinero que nos cuesta, pero no se nos deja demostrar lo aprendido. Mientras tanto, personas que llevan trabajando decenas de años y con una preparación que, según se nos exige a nosotros en la actualidad, es insuficiente, continúan manteniendo sus puestos y, todavía peor, dichos puestos ni siquiera son discutidos. Al revés, cuanto más tiempo están en ellos más se les sube al sueldo. Resumiendo, un país en el que tenemos a la gente preparada en el paro y a ineptos trabajando. Bienvenidos a España.

¡A las armas!

Esta noche he estado viendo la final del programa, la basura de programa, de Un príncipe para Corina. No lo había seguido, no me interesaba. Utilizar la tv para buscarle novio a una mujer que habrá tenido mil y que puede tener a la mayoría de hombres que quiera (porque atrae, como atraen en mi pueblo unas 3000) me parece una absurdez. No obstante, vista la tv actual el programa no desentona. Como dice Fe de ratas: “Mierda en la tv, más mierda por Internet. Tarde me doy cuenta de que todo puede ser negocio” .

 
En un solo programa, y eso que era el último, no he fallado en ninguna de mis predicciones. Había multitud de pretendientes agrupados en dos grupos: el de los frikis y el de los guapos. Empezando por ahí, me parece una ofensa clasificar a la gente como el que mete fruta en una caja y mucho más si un grupo resulta marginado como en este caso. Pero claro, no voy a defender a estas personas porque ellas aceptaron ir al programa con esa etiqueta.

 
Bien, estaba claro que el programa iba a reírse de los nerds (frikis) y que, por supuesto, uno de ellos iba a llegar a la final (en una película lo normal es que el malo muera el último). Y clarísimo también estaba que se iba a quedar con un “guapo”, no sin antes hincharse a decir que “el físico no importa. Lo importante es el interior”.
Todo esto viene a reflejar todos los aspectos de la vida, donde la apariencia es lo único que importa (La casa de Bernarda Alba) y donde nadie quiere salirse de la línea marcada por la posibilidad de sentir rechazo social. Una mirada lasciva nos cohíbe. No salimos en la calle en calzoncillos ni para tirar la basura a 10 metros de nuestra casa y 40º a la sombra por si nos ven. Lavamos el coche cuando está sucio para que no nos vean con el coche así, como si dejara de funcionar por el polvo externo. Cuando nos anulan un gol legal pegamos un puñetazo al póster en lugar de al árbitro…. Somos naturalmente antinaturales. Los valores humanos son totalmente opuestos a los que deberían ser. Los poderosos, los que han sido capaz de influir, una vez en el poder nos han transmitido ideas de comportamiento. Nos han dicho “no hagáis esto” pero no han acabado la frase. No quieren que hagamos ciertas cosas porque si las hacemos ellos serían los perjudicados. Saben que el pueblo no se puede frenar pero nos inculcan una moral antinatural para que no nos levantemos contra ellos.

 

Pero el pueblo no es tonto. Se manifiesta. Sin embargo son los propios manifestantes los que abogan por la no violencia. Por eso a los poderosos les da igual. Ellos quieren proteger su culo, ¿Qué más le da cuántos seáis si no temen que se les pueda hacer daño?
Ya no somos animales. Ahora somos humanos. Y, sinceramente, no sé que es peor.

La libertad guiando al pueblo

La libertad guiando al pueblo

Silencio, por favor.

¡Silencio! ¡Me encanta el silencio! O sea, cuando no hay nada que decir, claro. La gente que habla por necesidad me aburre. Le tienen miedo al silencio. Por ejemplo en los ascensores, y eso que sólo son algunos segundos, con tal de hablar se trata cualquier cosa.  Eso cuando uno de los integrantes del ascensor no suelta una coletilla tipo “ays”, “bueno estaba y se murió” o “bueno, aquí estamos” (como si la otra persona no lo supiera o acaso lo dudara). Son todas ellas frases innecesarias que pueden ahorrarse perfectamente. Si encuentras en un ascensor a una persona con la que de repente te entran ganas de compartir tu vida más vale que utilices otras palabras o que no te hagas el meteorólogo.

¿Qué necesidad se tiene de hablar cuando no hay nada qué decir? Por no hablar de esa gente que está viendo una película o un sketch y va comentándolo al mismo tiempo, con la consiguiente pérdida de información respecto a lo que se está viendo. En efecto, si comentas una frase de una película te perderás las dos siguientes. ¿No puedes anotarlo en una libreta y comentarla más tarde? Además, seamos serios, si yo también estoy viendo la película, ¿Dejaré de haber oído la frase o visto la escena?

Para incitar al silencio la humanidad invsilencioentó un agente llamado “sssshh”, una especie de policía que otra persona te envía cuando estás hablando demasiado. El problema de este policía es evidente: Él mismo rompe el silencio. Sin más os remito a Jueves Santo en la noche aquí, en Cieza. Se apagan las luces y entre móviles y flashes parece como si eso no hubiera ocurrido. Pero bueno, se apagan las luces y en teoría la gente debe callar porque va a dar lugar la procesión del silencio. En ese momento la brigada de policías “sssshh” aparece en cantidades masivas, mientras que la multitud comenta “es que la gente no se calla”, “qué falta de respeto” o cosas así dirigidas a la gente que habla, como si ellas no lo estuvieran haciendo.

Ni en los campos de fútbol o de otros deportes se respetan los minutos de silencio que se guardan por víctimas cercanas. Muchas veces ni siquiera son minutos y el árbitro se los despacha en medio minuto o 40 segundos. Esto del silencio es tan complicado…

¡Vaya! ¡Ha entrado una persona en mi ascensor!

–          Bueno, pues aquí estamos…. – Dice el tío.

La vida sigue igual.